viernes, agosto 17, 2012
Tengo un problema con los logros. Me he dado cuenta ahora mismo, ya que sinceramente, me odio a mi mismo en este preciso instante.
Os cuento la historia. Hace un tiempo, un amigo, Javiere, se compró el Dead Rising 2, un juego de matar zombies que, sinceramente, en su día me gustó mucho (Y casi no me arrepiento de comprar la edición esta ultracara con un muñeco zombie de mierda incluido xD). Le dije que podíamos jugar juntos, en cooperativo, para pasarlo bien y de paso sacar logros, esas pequeñas recompensas que dan por proezas que no valen nada en la vida real. Aceptó. Comenzamos a jugar. Y en los ratos libres, ya que tenía el juego en la consola, y sinceramente, hacía muchísimo tiempo que no jugaba a nada en consola, me puse a mirar si me faltaban logros por hacer a mí.
Me fijé en que me faltaban 2 que, en condiciones normales, habría ignorado. Me faltaban los de matar a 53.541 zombies (La misma cantidad que en el primer Dead Rising, ¿no?), y matar a 72.000 zombies (es decir, matar a 1.000 zombies por cada hora de juego). Me miré como hacerlo. Y dije... ¿Por qué no? Así podría venderlo si me da por ahí algún día, puesto que no me quedaría apenas nada por demostrar en este juego concreto.
Empecé el lunes. Hoy, técnicamente, viernes, acabé el logro. La 1:54 de la mañana. No se cuantas horas de juego reales (¿Quizá 4? ¿5?). Pero he estado trabajando de forma eficiente y constante para conseguir esto:
¿Y sabéis qué? Una vez ha saltado el logro, me he sentido completamente vacío. Inútil. Llevo toda la semana sacando tiempo de donde no tengo para conseguir un número. Un token virtual de una proeza inútil en un juego al que nadie, excepto un amigo mío, juega ya o se interesa mínimamente por su desarrollo ya. No puedo evitar pensar en todo lo que podría haber hecho en su lugar.
Un vistazo por encima de la mesa revela demasiados proyectos a medias. Un The Witcher 2 (Tanto en PC como en consola) a medias. Tres Blazblue que me piden a gritos que complete sus modos arcade e historia. Un Disgaea 4 y un Yakuza Dark Souls que, si bien al menos comprobé que funcionaban, no acumulan entre los dos más tiempo de juego que dedos en una mano. Un Soul Calibur 5, un New Super Mario Bros 2 con solo el Mundo 1 pasado, Rage... Y eso es solo por encima de la mesa, que es donde suelo dejar lo último recibido. Si miro alrededor de la habitación, encuentro aun más cosas que me hacen sentir culpable: El libro de Game Coding Complete, el Tales of the Abyss 3DS, los Final Fantasy de PSX cuyas partidas guardadas al final perdí hace tanto y quiero rehacer... Y no hace falta fijarse solo en videojuegos, tengo libros, miniaturas, pinturas, maquetas, todo tipo de proyectos a medias rodeandome.
En definitiva. Me sobran cosas que hacer en mi tiempo libre. Y sin embargo, tonto de mí, adicto de mí, decido realizar una proeza estúpida en un juego caduco a la que nadie hará caso, excepto si acaso, mi amigo, yo mismo... y mi soledad. ¿Por qué? No me entra en la cabeza como, inconscientemente, prefiero ponerme a hacer algo tan estúpido en lugar de aprovechar el tiempo. Es casi como si me quisiera hacer daño a mi mismo de esta manera de forma subsconsciente.

Lo peor es que no es la primera vez. Hace apenas unas semanas, desempolvé el Prince of Persia (2008) para obtener las 1000 semillas de luz, un coleccionable estúpido que no iba a aportar nada a absolutamente nadie. Estuve una semanita para hacerlo. Al menos eso si me dio satisfacción personal, ya que al terminar, le regalé el juego a un amigo, al que sinceramente espero que le haya gustado. También me puse a lo bestia con los coleccionables (1000 banderas y 50 enemigos especiales) de Assassin's Creed, emperrado en que el juego debía tener alguna cualidad redentora. Me equivocaba. Y no hace falta remontarme al pasado: Encima de mi mesa tengo también el Lollipop Chainsaw, un juego divertidísimo que me pasé ya, y planeo volver a pasar en Dificil, obteniendo todos los coleccionables y extras. Aunque de nuevo, esto lo hago porque tengo algo que demostrar. He de demostrar a la persona a la que me regaló el juego que me gusta, y que me gusta tanto como para querer hacer todo lo que está disponible en el título.
Quizá esta ahí la clave de todo esto. Los logros son demostraciones. Ya sean a uno mismo, a un amigo, a todo el mundo, a un extraño que simplemente quiere ver tu gamerscore... lo que sea. Estas demostraciones no son nuevas. Recuerdo en su día haber buscado códigos de truco para desbloquear la materia Caballeros de la Mesa Redonda y enseñarselo a Óscar. O la competición que tuvimos con Final Fantasy IX, a ver quien lo terminaba primero, o mejor, o quien conseguía el chocobo dorado (Lo peor es que no recuerdo en que momento dejamos la competición a medias, porque Óscar ya no me alcanzaría jamás). Este tipo de demostraciones siempre han sido algo inherente a los videojuegos y al reto que plantean. Da igual que estemos hablando de un juego tan poco competitivo a priori como el profesor Layton: Seguro que si conoces a alguien que esté jugandolo a la vez que tú, querrás saber que tal lo hace, y si lo hace mejor o peor que tu, motivandote a continuar.
Igualmente, volvemos al tema anterior. ¿Por qué me preocupa tanto demostrarme a mi mismo que soy capaz de acumular esa cantidad arbitraria? ¿No me compensaría mucho más demostrarme a mi mismo que soy capaz de volver a disfrutar de las historias de Final Fantasy y recuperar los juegos guardados a tope? ¿O completar el Legend of Dragoon, el Tales of Symphonia o el Baten Kaitos que tan caro me costó encontrar? O, no se... Simplemente, hacer algo de provecho con el tiempo que tengo disponible.
No se. Sea como sea... Debería planear mejor lo que hago de ahora en adelante. No quiero llegar a viejo (Si es que llego), y pensar en todo el tiempo que perdí acumulando "recompensas" virtuales que no me llevaron a ningún lado.
|