miércoles, abril 07, 2010
A veces, me pongo a recordar. Y en mi viaje entre momentos pasados, comparando realidad y recuerdo, se me ocurre volver a visitar antiguos lugares. Sitios de los que albergo reminiscencias realmente agradables, o en los que no me cuesta rememorar tan autenticas como horribles pesadillas. Aunque todos estos lugares tienen un denominador común. El paso del tiempo tampoco ha sido bondadoso con ellos. Algunos de estos lugares están, a dia de hoy, derruidos. Otros son irreconocibles, de tanto que han cambiado sus características básicas, dejando fuera de lugar ya mis añejos recuerdos. Pero hay una clase de sitios que no han cambiado ni un ápice desde que los dejé atrás.
Me refiero a todos esos lugares que se encuentran en Internet. Foros, paginas, blogs, libros de visita, mailing lists… todos estos cadáveres, carcasas repletas de información considerada importante en su tiempo, nos esperan en la red, a la espera de que nos volvamos a acordar de ellos. De hecho, su inmutabilidad al paso del tiempo resulta tan conmovedora como grotesca, al mantener como el primer día todos estos recuerdos, con la misma firmeza, objetividad y pasión con la que fueron escritos. Y precisamente por esto resultan tan macabros estos sitios.
Internet es, al final, un guardián fiel aunque olvidado. Y, como un anciano que ya ha vivido suficiente, siempre estará ahí, esperándonos, deseando que nos acordemos de él para mostrarnos todo lo que ha aprendido, todos esos recuerdos que atesora apartados del devenir del tiempo. Sin dramatismos aunque sin piedad, no tendrá ningún reparo en mostrarnos como hemos cambiado, momentos que creíamos olvidados, o incluso algunas palabras casuales de quienes ya no se encuentran entre nosotros.
Tendremos que ser nosotros los que decidamos que parte de nuestro ego adquiera esta inmortalidad. O, por lo menos, hasta que un EULA o alguna decisión corporativa decida eliminar todos estos trozos de alma que todos los individuos conectados a la Red hemos colocado en ella.
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